La Libertad Avanza, ¿y nuestra batalla cultural?
1. Adorni y Laje
2. Gramsci
3. Nuestras batallas
4. Doctrina justicialista
1.
Inicia lentamente el 2025 y LLA avanza fuerte con su agenda, en línea con las influencias del Agustín Laje, con la batalla cultural en términos gramscianos. Entre las denuncias a Lali y Maria Becerra, la campaña contra Milo por trabajar su madre en cuestiones de Derechos Humanos (el curro de los derechos humanos, desde esa agenda cultural), los evidentemente provocadores comentarios sobre la homosexualidad y la pedofilia del presidente…
En relación al debate sobre el REPROCAN, un chango periodista le sugiere a Adorni que el consumo de la marihuana está naturalizado en la sociedad, ante lo que su interlocutor se horroriza sosteniendo que el sistema se reformularía para evitar: “prácticas que hoy la ley prohíbe y hoy la ley castiga”, refiriendo al consumo de marihuana recreativo. El vocero presidencial comparte él mismo en sus redes los recortes. Esta es la agenda oficial de la presidencia, sus armas y sus movimientos en la batalla cultural.
¿Es Adorni un indicador del sentido común argentino? Hace poco Trapé enunciaba que desde su punto de vista, hoy, Fantino es el centro en la ideología política argentina. Y esto es, claro, en términos de lectura de lo que la sociedad pareciera expresar, nada cercano a lo que uno propiamente opina, cree o quisiera. Eso es innegable porque Milei es hoy en día un presidente electo democráticamente. Pero además, porque su labor en la batalla cultural es abiertamente intencionada. En este momento, Laje dicta un curso denominado “Liderazgo en Batalla Cultural”, así de vigente y regente está la teoría política, quién diría.
2.
Según Gramsci, los grupos económicos actúan junto a intelectuales que los consolidan en el campo social y político: “el empresario capitalista crea consigo al técnico de la industria, al docto en economía política, al organizador de una nueva cultural, de un nuevo derecho (Gramsci, 1986)”.
Los intelectuales son organizadores, persuasores, aunque no presentándose como actores dirigentes, si no como “especialistas”. Actúan en “tareas subalternas en la hegemonía social y en el gobierno político, es decir, en el consenso otorgado “espontáneo” otorgado por las grandes masas de la población a la directriz marcada a la vida social por el grupo básico dominante (Gramsci, 1986)”.
Sobre la espontaneidad, vale renegar de la forma en que Gramsci entiende a lo que denomina como las masas. El autor considera que existe una “ciencia popular”, del “sentido común”, que refiere a modos de concebir el mundo de un estrato social y que “tienen una raíz históricamente robusta y están tenazmente aferrados a la psicología de determinados estratos populares (Gramsci: 1977)”. Es necesario, entonces, estudiar y elaborar los elementos de la psicología popular históricamente, y de acuerdo a Gramsci, educarla “en una mentalidad moderna”.
Lo que pareciera ser una fría forma de calcular la instrumentalización de las masas es en lo cual pareciera entrenarse el movimiento político que rodea a La Libertad Avanza.
Gramsci se pregunta si puede la teoría moderna encontrarse en oposición a los sentimientos “espontáneos” de las masas, y llega a la conclusión de que esto no es posible, la diferencia puede ser de grado, pero no de cualidad. Rechazar al movimiento espontáneo de la masa es renunciar a conducirla, “elevarlos a un plano superior insertándolos en la política (Gramsci, 1977).”
Aquello que Gramsci pretende insertar en el plano político, refiere a un tipo particular de sentimiento que define como:
“espontáneos” en el sentido de no debidos a una actividad educadora sistemática por parte de un grupo dirigente ya consciente, sino formados a través de la experiencia cotidiana iluminada por el sentido común, o sea, por la concepción tradicional popular del mundo, cosa que muy pedestremente se llama “instinto” y no es sino una adquisición histórica también él, sólo que primitiva y elemental (Gramsci, 1977)”.
La espontaneidad es parte de la “historia de las clases subalternas” que no se consideran importantes a sí mismas por no tener consciencia para sí. Cuando se movilizan, es la posibilidad de dirección consciente de lo espontáneo, no mecánico, que nunca es controlable. No es mecánico porque no repite una abstracción teórica, si no que “es el teórico el que debe identificar en esas rarezas la confirmación de su teoría, “traducir” a lenguaje teórico los elementos de la vida histórica, y no al revés, exigir que la realidad se presente según el esquema abstracto (Gramsci, 1977)”.
3.
El vocero presidencial es un faro que recorta el segmento de realidad sobre el cuál pre-ocuparse, y además instaura su agenda generando posicionamientos que, si bien a priori podrían considerarse como mero pan y circo, están operando y a la larga (y ni tan larga) tendrán sus efectos moldeadores sobre la realidad.
El período histórico pos auge de lo que denominan como “woke” es un recordatorio de la humildad política que se debe tener. Y no desde una ontología hobbesiana pero sí desde reconocer la impermanencia y la existencia pendular entre períodos -de mejor y peor calidad de vida, de mayor o menor misericordia, y ni siquiera es algo generalizable en tiempo ni lugar.
La política muy bien podría generar temor pues dirigirá sutiles hilos que podrían convertir nuestra realidad en una pesadilla, para quienes aún no lo sea. Las tácticas parecieran estar veladas, algunas porque otras ni tanto. Considero que lo que está pasando en la Patagonia debiera preocuparnos a nivel nacional, y es el tema de conversación por el cual el presidente de la Nación decide emitir juicios de valor sobre las personalidades de la cultura.
Los debates por la malvinización, el mapa antártico como nos enseña Rattenbach, la re-revisión de la historia nacional como tarea, la labor de problematización de la situación de trabajadores y trabajadoras en Argentina por Garello, y la defensa de la Patagonia, son el camino identitario por el cual ocuparnos de los temas que efectivamente debieran atravesarnos. Quitar el foco de las múltiples divisiones, y aunar en el aprendizaje conjunto sobre la historia que nos constituye como unidad y que nos guía en función del cuidado de nuestra patria, de nuestro pueblo, conceptos que hoy en día están en disputa en sí. Es momento de formar nuestras filas y reactivar nuestros propios debates, que no se agotan en discusiones sobre cargos porteños, y aquí se nos desgarra el alma, porque podemos ser mejores que esto.
4.
El justicialismo se define como popular, por ser el Pueblo, la colectividad, su objetivo supremo. A su vez, es una filosofía “de la vida”, en tanto concede preponderancia a los valores vitales sobre los racionales, la vida sobre la razón. La definición de humanismo peronista se distingue del humanismo renacentista en tanto: “El humanismo renacentista es esencialmente intelectual y especulativo; está separado de los problemas de la vida diaria del Pueblo (Perón, 2022)”, sus construcciones teóricas se realizaban desde una torre de marfil.
El humanismo justicialista no es intelectual, no está separado de la vida del Pueblo, es práctico, concreto y desde una visión integral de las personas: en su condición de ser material, espiritual, individual y social. Perón critica a Descartes sosteniendo que el humano es mucho más que una cosa pensante, y critica a Marx por haber negado al espíritu. El principio de la comunidad es de armonía entre opuestos y esto incluye materia y espíritu, individuo y comunidad.
El pensamiento del justicialismo se distingue de manera significativa de los supuestos gramscianos. Por un lado, suprime la división entre el “homo faber” y el “homo sapiens”, es decir entre el trabajador manual y el intelectual. Trabajador es todo aquel que realice una labor socialmente útil, que beneficie a la comunidad y como tal, sostiene una meditación activa y práctica en la resolución de problemas cotidianos: “hay que admitir que es de la vida misma –pensamiento y acción- del trabajador, de donde han surgido y surgen los conceptos fundamentales que impulsan a la humanidad (Perón, 2022)”.
En relación a la cultura, se sostendrá desde la doctrina justicialista la visión aristotélica de que no es posible la realización del ser humano por fuera de la comunidad, ya que de lo contrario no supera la condición de animalidad. Esto se opone fuertemente a la visión individualista, el egoísmo de intentar lograr lo propio en detrimento de los demás si fuera necesario. El llamado primordial de la doctrina justicialista en la batalla cultural, es el de la solidaridad, es decir el obrar considerando a los semejantes como hermanos y hermanas. Si los elementos de la cultura no están acompañados de elementos altruistas, serán elementos ilustrados, de capitalistas de la cultura, pero no cultos. Es un inculto aquél que no aporta a la sociedad que le ha permitido desarrollarse.
“Lo moderno, que obedece a las nuevas formas impuestas por la evolución y las necesidades actuales, es una idea transformada en doctrina y hecha ideología, que luego el Pueblo impregna de una mística con que el hombre suele rodear a todo lo que ama (Perón, 1973)”.
Para Perón, así como no es posible considerar a una persona sin alma, tampoco es posible considerar al Pueblo sin doctrina. Da sentido a la vida y congruencia a los actos de la comunidad. Es el punto de partida de la educación del Pueblo. “Para nosotros, organizar es adoctrinar, porque la doctrina es el único caudillo que resiste a la acción destructora del tiempo, y nosotros trabajamos para el porvenir (Perón, 1973)”.
El trabajo es de hormiga y no vendrá desde arriba. Leer un capítulo en la pausa que se pueda, compartirlo con la amiga, escuchar al compañero que produce contenido, por sobre todo escucharnos. Seguiremos encontrándonos en el kioskito a desafiarnos y debatir, dónde suena lo que suena, dónde cabe nuestra voz.
Referencias
Aristóteles. (2010). La Política. Buenos Aires: Ediciones Libertador.
Gramsci, A. (1986). La formación de los intelectuales. México: Juan Pablo Editor.
Gramsci, A. (1977). Escritos políticos (1917-1933). México: Siglo XXI.
Perón, J. D. (1973). La hora de los pueblos. Buenos Aires: Ediciones Presente.
Perón, J. D. (1974). La fuerza es el derecho de las bestias. Buenos Aires: Ediciones Síntesis.
Perón, J.D. (2022). Filosofía Peronista. Buenos Aires: Punto de Encuentro.