La República falsa

La República falsa

 

 

 

 

  1. Un fallo histórico
  2. La República falsa
  3. La democracia falsa
  4. Lo que nos merecemos construir

 

 

“A mucha gente le llama la atención ese estado permanente de perturbación del orden y a menudo la paz en los países iberoamericanos. Este hecho aparentemente inexplicable para los que no conocen a nuestros países, aparece como hasta natural para los que sabemos cómo se desarrolla la vida real de estos pueblos explotados por el imperialismo, con la complicidad de las oligarquías nativas que medran con ello, amparadas en sus guardias pretorianas, que no titubean en convertir en fuerzas de ocupación cuando peligra “la colonia” o los intereses creados.  

Este estado de cosas tiene su origen en los mismos comienzos del siglo XIX y simultáneamente con nuestra independencia, sobre los despojos del Imperio Español, se comienza a montar su reemplazante: el Imperio inglés que, con una gran inteligencia no utiliza la fuerza para dominar, sino los medios económicos convenientemente empleados, gravitando sobre los intereses de la incipiente clase dirigente de esta naciente comunidad. Es así como nacen nuestras “Repúblicas”, con una aparente independencia política, pero en realidad de verdad sometidas por otros medios en los que, si no entra la fuerza de las armas, se emplea la habilidad que suele ser infinitamente superior. (Perón, 1968)”  

 

 

  1.  

En junio de 2025 en Argentina se da a conocer un fallo judicial que condena a la ex presidenta Fernández de Kirchner a 6 años de prisión, y la imposibilidad de ocupar cargos públicos de manera permanente. 

No debemos poner en cuestión la necesidad de abordar casos de corrupción y tener un sistema que controle y aplique las medidas necesarias. Sin embargo, es necesario prestar atención a las irregularidades que no sólo impiden el justo proceso, si no que, por sobre todo, burlan los legítimos fundamentos de nuestro sistema político. 

Por un lado, la división de Poderes como indispensable para un correcto funcionamiento de la República. Por otro lado, la proscripción política de los movimientos representativos de los intereses de los más débiles como un golpe al sistema democrático. Ambos en relación y de extrema gravedad, aunque distintos entre sí. 

2. 

La idea de República puede ser utilizada a favor o en contra del fortalecimiento de una Nación, dependiendo de quien sea el enunciador. En este sentido, resulta interesante la noción de institucionalidad de la República y cómo la misma puede ser democrática o antidemocrática.  

La estructura institucional, las reglas de juego sistematizadas en normas legales a través de procesos de decisión representativos y balanceados en la división de poderes, constituyen la base sólida para lograr construir una sociedad de consenso básicos para, desde allí, avanzar hacia aquello que apuntamos a lograr como comunidad.   

Las vinculaciones entre el Poder Judicial, los grupos de gran concentración económica y los intereses de agentes externos generan la sospecha y temor de que las garantías del Estado de Derecho puedan efectivamente sostenerse en el marco de un Estado que permite la violación de los consensos mínimos establecidos: división de Poderes, sistema democrático, igualdad ante la Ley, Estado de Derecho. 

Es indispensable el llamado a la conciencia histórica de las resistencias antioligárquicas en nuestro país, así como la ofensiva de las clases dominantes en cuanto el establecimiento y perpetuación de la explotación, al punto tal de bombardear la Plaza de Mayo y civiles, proscribir un movimiento político, fusilar y desaparecer personas, expropiar bebés. La institucionalidad ha sido burlada históricamente en pos de una República falsa, como una reacción de grupos de poder económico dispuestos a lo peor con tal de moldear el status quo.  

El fallo contra Cristina nos invita a pensar la gravedad de burlar las reglas del juego institucional en un país como el nuestro, y la trampa de un sistema político que puede ser injusto y desigual, consolidando una situación de decadencia de nuestro país y nuestro pueblo. 

Habiendo construido un despliegue del Estado y una sólida institucionalidad, los primeros gobiernos peronistas fueron condenados como fascistas y antidemocráticos, visiones que continúan presentes hasta el día de la fecha. Estas argumentaciones justificaron las mayores intervenciones a la institucionalidad de nuestro país, y de las más atroces violaciones al estado de derecho como tal, incluyendo garantías liberales como el respeto a la vida, libertad de consciencia y opinión política.  En este sentido, la vara sobre la institucionalidad republicana se sostiene imparcialmente, y de acuerdo con límites establecidos por quienes tienen acceso a esferas de poder inalcanzable para las mayorías que sufren las consecuencias de gobiernos que planifican explotación y pobreza por transferencia de ingresos a sectores concentrados.  

Actualmente, los poderes están constantemente desafiando e incluso traspasando los límites de nuestro orden político institucional con vetos y decretos presidenciales, supresión de organismos estatales, y persecución política por medio del poder judicial.  

La necesidad de defender a la República Argentina radica en la evidente necesidad y deseabilidad de un orden. Nos merecemos la posibilidad de vivir en una sociedad que tiene mecanismos de canalización política en funcionamiento, dentro de límites mínimos, como podría ser, la división de poderes. Al pueblo argentino le interesa tener un país en paz e institucionalmente fuerte para poder alcanzar los principios de soberanía política, independencia económica y justicia social.  

 3. 

Como Perón nos explica: la falta de independencia y soberanía política permite la interrupción de nuestros órdenes políticos, perturbando los consensos, el orden y la paz.  La presencia de una oligarquía, grupos concentrados de poder interviniendo en el status quo, imposibilita la construcción de un sistema democrático legítimo y representativo. 

El peligro de una persecución de una líder política luego de la instauración de un proyecto de país basado en el endeudamiento externo, la financiarización extrema de la economía, el extractivismo y el empobrecimiento de las condiciones de vida, debiera generarnos una gran preocupación.  

Si partimos de la idea de un fallo judicial que presenta irregularidades, la violación de los mecanismos consensuados y establecidos requiere la demanda y defensa pública de nuestro régimen político republicano y democrático, que tantas veces ha sido burlado. Por sobre todas las cosas, enunciar y denunciar la proscripción política como estrategia conocida en nuestro país. 

Actualmente, Argentina se encuentra debilitada. La organización de un movimiento de soberanía nacional presenta desafíos ante los cuáles, el rol unificador de Cristina Fernández de Kirchner no es casual. La impunidad que adquieren los grupos a los cuáles nada les importa el cuidado de la Nación Argentina, surge no únicamente del debilitamiento del sistema republicano violando la institucionalidad, sino también de la intervención en el sistema democrático al excluir a posibles representantes de los intereses de la comunidad. 

No es justo vivir en un sistema democrático que reduce las posibilidades de representación. Esto quiere decir, que aunque haya un proceso electoral, no es legítimo si hay movimientos o referentes políticos proscriptos. Innegablemente los poderes concentrados opositores al kirchnerismo se encuentran hoy aliviados y celebrando una jugada que imposibilita una verdadera democracia.  

4. 

El objetivo fundamental siempre es y ha sido evitar violencia. La interrupción de la institucionalidad puede devenir en caos interno y eso es algo que necesitamos evitar. Debe ser nuestro objetivo construir orden y paz, instituciones legítimas en su debido funcionamiento para el fortalecimiento de un país que se encuentra en crisis, con pobreza, corrupción y desesperanza.  

La convivencia política entre los sectores de la sociedad es indispensable, como bien lo establece la doctrina justicialista: la armonía entre capital y trabajo. Resulta indispensable reavivar los debates políticos, fortalecer la formación política y este es el momento de mantener esa llama encendida.  

Nuestra fortaleza hoy estará en la reflexión dirigida a la unidad de los sectores populares, el sector productivo, frente a los grandes poderes concentrados que especulan para consolidarse como dueños del mundo, -y de nuestros destinos.  

El poder judicial, -todos los poderes-, deben responder a los intereses del pueblo. Será nuestra responsabilidad susurrar y gritar cuando sea necesario, que aquí estamos, observando, repudiando el accionar corrupto frente a lo republicano y lo democrático, pero por sobre todo, las vidas que constituyen una comunidad en lucha y sufrimiento.  

Buscamos sí desde el amor la paz, el orden, la soberanía política, la posibilidad de elegir y decidir pero sobre todo, la posibilidad de garantizar la justicia social. Superar la indiferencia y la crueldad frente a los dolores de nuestra patria.  

Queremos una Argentina unida, sin regionalismos separatistas, sin inestabilidades internas que justifiquen infiltraciones externas, sin institucionalidad dobladas por intereses privados, sectoriales. Seguiremos resistiendo, por que a pesar de todo no nos han vencido.  

 

 

Referencias

Perón, J.D. (1968). La hora de los Pueblos. Buenos Aires: Ediciones Argentinas. 

 

1 comentario en “La República falsa”

  1. Fabiana Martínez

    Excelente ensayo. La Patria existirá mientras sigamos hablando y reflexionando sobre ella… entre otras varias formas de hacerla, que aparecen también en este texto.

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