Religión y política

Aquello que la religión aborda (o intenta abordar). Una invitación a la apertura

 

 

 

 

1. Introducción: religión y espiritualidad

2. Jordan Peterson

3. Salud mental, sistema de valores y categorías políticas en crisis

4. Diálogo en crítica al racionalismo occidental 

5. Perón

6. Marx

7. Sobre la academia y la ciencia

8. Foucault

9. Kusch

10. Abram

11. Dussel

12. Cierre: mi General cuánto valés

 

 

 

 

A veces, los domingos vamos a Misa con Marquitos. Nos cruzamos sólo dos veces pero se convirtió en una actividad ritual y de complicidad en la amistad. Por mi parte, más que decirle sí a la Iglesia Católica y todo lo que ello conlleva, es no decirle que no a prácticas comunitarias que alojan espacio para lo trascendental.

 

 

1.

Es tan difícil y tan fácil, entender a los espacios de meditación y rezo como sagrados y encontrar un tan necesario silencio para el ruidoso contexto en el que estamos. Claro que no necesariamente debe encontrarse en la misa católica, pero pareciera haber cierto escándalo, una resistencia a lo espiritual no sólo presente ante la fe cristiana o católica si no frente a casi toda creencia no basada en ciencia. Considero que el rechazo a ciertas temáticas no sólo está vinculado a la histórica corrupción, opresión y violencia de -en este caso- la Iglesia católica, si no que se complementa y se sustenta con un miedo a repensar y reconstruir aquello que la religión aborda (o intenta abordar).

Negar la existencia de ciertas cuestiones de la humanidad y la realidad nos ha llevado a construir conocimiento de manera fragmentada, sesgada y parcial, incluyendo el análisis de los fenómenos políticos. Es indispensable construir un entendimiento de la religión como política y analizar a la religión en lo político. El Vaticano, actualmente el Estado más antiguo de la humanidad, no podría ser lo mismo siendo gobernado por un Papa latinoamericano, a que no lo sea. Inclusive, la Iglesia católica latinoamericana, y en Argentina, no es un todo homogéneo. Como Löwy (1999) explica, existe un conflicto entre lo que el autor denomina como “cristianos progresistas y cristianos conservadores”. Sería una necedad plantear que estas cuestiones son indiferentes, entonces, amerita incluirlas como variable indispensable para un análisis coherente. El Calibán y la Bruja (Federici, 2004), y el abordaje de la manera en que el exterminio de brujas tuvo significancia relevante en la conformación de los Estados nacionales y el sistema capitalista, la conceptualización de Weber sobre la etica protestantista y su vinculación con la consolidación del sistema capitalista, considerado un clásico en las curriculas de las ciencias sociales. Hechos históricos que vinculan política y religión y que evidentemente debieran ser abordados y estudiados. Hasta aquí nada polémico.

Bien, plantear la relación espiritualidad y política pareciera ser un poco más escandaloso. Quizás digo esto porque no fui criada en un entorno católico y no tuve ningún tipo de formación religiosa ni influencia espiritual. En mi recorrido por el universo académico, considero que es algo que no se aborda lo suficiente, ni con la profundidad requerida, al menos en la literatura de mi carrera de grado, por dar un ejemplo.

2.

Sin embargo, negar aquello que no entendemos, como dice Peterson (2017), nos hace ser aún más irracionales justamente desde la falsa pretensión de racionalidad. Negar lo inexplicable es aún más absurdo que asumir que la razón no abarca todo lo que la realidad implica. El psicólogo conservador Jordan Peterson, indudablemente ha sabido reconocer las necesidades de su tiempo, siendo un popular e influyente académico, con millones de seguidores en todo el mundo. El autor postula que desde que Nietzsche enunció la frase “Dios ha muerto”, la humanidad occidental se encuentra en un estado de desestabilización por la falta de un ideal (Dios) y de un sistema integrado de creencias y representaciones. De acuerdo a Peterson (2017), la tragedia actual es la falta de un sistema de valores que de sentido a la vida y motive el bien. Sostiene que la razón no puede, o mejor dicho ha fallado, en ser el único ámbito de construcción de conocimiento porque nuestro pensamiento consciente se encuentra “embedded” (sumergido) en un entorno de cuestiones existencialistas que la razón humana no puede explicar.

3.

La consecuencia de la crisis que analiza Peterson es una sociedad en crisis de salud mental y con niveles de intolerancia en escala. De acuerdo a los relevamientos de la Organización Panamericana de la Salud en conjunto con la Organización Mundial de la Salud (OMS & OPS, 2022) los trastornos mentales están dentro de las cinco primeras causas de enfermedad en América. En al año 2018 se llevó a cabo el “Estudio epidemiológico de salud mental en población general de la República Argentina” en el marco de la Iniciativa de la Encuesta Mundial de Salud Mental (World Mental Health Survey Initiative OMS/Harvard), en colaboración con la Facultad de medicina de la Universidad de Buenos Aires y la Asociación de Psiquiatras. Los resultados del estudio indican que el 29,1% de la población argentina sufre de trastornos mentales, siendo los de ansiedad, depresión y abuso de sustancia los más comunes.

Simultáneamente a la crisis de valores e ideales, las corrientes tradicionales del pensamiento ideológico occidental se encuentran en crisis, frente a la imposibilidad de catalogar como de derecha o izquierda a los gobiernos, gestiones, opiniones, eventos… El cuestionamiento cultural social que moviliza los fundamentos de lo políticamente considerado como conservador, progresista, de izquierda y de derecha, han generado una cantidad de personajes que obligan a los académicos y pensadores a redefinir las categorías con que se interpretan los fenómenos políticos. Desde la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos, conservador proteccionista, hasta el presidente electo en Argentina, Javier Milei, anarco libertario, opositor a la interrupción legal del embarazo. Las variables de categorías consideradas como excluyentes (izquierda-derecha) han entrado en crisis, a la vez que el sistema geopolítico internacional se encuentra en transición hacia un destino incierto.

4.

Es por esta razón que interesa incluir en este escrito, un diálogo abierto con aportes de autores aunque tengan un posicionamiento ideológico polémico. La producción de conocimiento no debiera estar censurado por lineamientos de lo políticamente correcto. Al contrario, este presente es una oportunidad de enriquecer los puntos de vista entre quienes no acuerdan. Podría considerarse un período fértil para habilitar debates políticos que sean creativos y no restrictivos, que posibiliten nuevas categorías que emerjan frente a las que ya son obsoletas y que generan una profunda polarización. Es indispensable suavizar la escala de la intolerancia y la violencia frente al desgaste de los canales tradicionales de participación política en Occidente.

El racionalismo occidental, que ha colonizado y continúa colonizando a los pueblos, se encuentra en una crisis psicológica y espiritual. Este aspecto debe considerarse clave, ya que pensar a la política, implica pensar a las personas y los vínculos, y por sobre todo, las metas en común que pueda perseguir una comunidad organizada. Se considera valioso el aporte de Peterson como investigador de psicología, ya que pareciera políticamente incorrecto postular la necesidad de reposicionar a la razón, especialmente en el ámbito académico universitario. Esto es, sin necesidad de despreciar a la razón o desacreditar el conocimiento y desarrollo que ha hecho posible, pero sí de reivindicar todo aquello que compone la realidad y necesita ser integrado para garantizar un pensamiento verdaderamente transformador.

5.

Al respecto,  Perón inicia ‘La Comunidad Organizada’ declarando: “El hombre y la sociedad se enfrentan con la más profunda crisis de valores que registra su evolución (Perón, 1949)”. Este importante escrito de la doctrina peronista, sostiene que el materialismo práctico no estuvo acompañado de una preparación del espíritu humano; y que:

Es posible que la acción del pensamiento haya perdido en los últimos tiempos contacto directo con las realidades de la vida de los pueblos. También es posible que el cultivo de las grandes verdades, la persecución infatigable de las razones últimas hayan convertido a una ciencia abstracta y docente por su naturaleza en un virtuosismo técnico, con el consiguiente distanciamiento de la perspectiva en que el hombre suele desenvolverse (Perón, 1949).

El General sostiene que es necesario construir una educación ética significativa frente a la era de la preponderancia de la razón, iniciada por Descartes, para superar el desencanto, la Náusea existencialista, la angustia heideggeriana. No sólo observa un conocimiento técnico desvinculado de la vida de los pueblos, sino que critica el “salto sin gradaciones” del idealismo riguroso, la fe y la obediencia, al materialismo utilitario, la opinión y la incondición. El progreso del materialismo práctico redujo las perspectivas íntimas del hombre y es indispensable el progreso espiritual, la construcción de una verdad sólida que incluya lo inexplicable. No es posible, dirá el General, desechar el pensamiento metafísico sin construir una escala nueva de valores, una nueva moral que permita construir virtud: comprensión de la propia personalidad y el medio circundante que define sus relaciones y obligaciones, virtud humana “que no condena sagradas rebeldías y que pone un muro inquebrantable al desorden” (Perón, 1949).

Se podría pensar desde este punto de vista, una crítica al pensamiento marxista, abriendo una pregunta sobre estos temas en el marco del positivismo, materialismo, y como es de ser inevitable, eurocentrismo. 

6.

Marx ha sido muy leído por sus escritos sobre el pensamiento filosófico, político y económico de su tiempo. En una búsqueda por criticar al idealismo alemán, batalla contra el mismo, sosteniendo que es necesario estudiar lo real, sujetos específicos en un momento y contexto histórico específico. Esto implica una fuerte crítica a la religión. El autor sostiene, refiriendo a su período histórico claro, que la sociedad existe fundamentada de manera arbitraria, a partir de preceptos -religiosos- que justifican un mundo miserable, y en el cual la realidad se encuentra suavizada, impidiendo la realización de la esencia humana que, por ende, carece de verdadera realidad. La religión es necesaria ya que sin la misma se manifiesta la verdadera miseria. Es en sí una protesta ya que se crea en pos de una situación que necesita de ilusiones para crear dicha. La religión no es más que “el suspiro de la criatura agobiada, el estado alma de un mundo desalmado, porque es el espíritu de los estados de alma carentes de espíritu. La religión es el opio del pueblo (Marx, 1982:491).

Marx emprende una lucha contra la religión de su época, a la vez que observa el proceso de alienación de las personas en el sistema capitalista. El autor sostiene que la clase trabajadora, obrera es reducida a una mercancía en tanto la demanda de la misma se regula según la necesidad del ‘capricho de los ricos’. Si la oferta de trabajadores es mayor que la demanda, se ven sujetos a la mendicidad y/o la muerte, es decir, se regula la producción de los mismos de la misma manera que cualquier otra mercancía: 

estas huestes de trabajadores, cada vez más acosados, no tienen siquiera la tranquilidad de encontrar siempre empleo; la industria que los ha congregado, sólo los deja vivir cuando los necesita; tan pronto como puede prescindir de ellos los abandona a su suerte sin el menor miramiento; y los obreros se ven obligados a entregar sus personas y energías a cambio del precio que se les quiera ofrecer (Marx, 1982: 570). 

El individuo obrero se convierte en un objeto que está subordinado a la necesidad de mano de obra del capitalista de una manera desigual en términos de poder, ya que el capitalista tiene mayor independencia respecto del obrero en tanto puede sobrevivir sin él, encontrando a otro o haciendo uso de su trabajo apropiado acumulado- su capital. El individuo trabajador debe vender su propia humanidad mientras que en la clase terrateniente se constituyen como dioses privilegiados y ociosos que se imponen y dictan sus leyes.

Esta situación se profundiza con la división del trabajo, ya que el obrero se vuelve más dependiente de su trabajo. Las tareas, a su vez, se convierten en mecánicas, lo cual genera una degradación física y espiritual. A la competitividad existente entre obreros, se suma la competencia de las máquinas, acrecentadas por el aumento de medios mecánicos de producción generados por la acumulación del capital. La clase que cuenta con su fuerza de trabajo y que carece de trabajo acumulado, se ve sometida al empeoramiento de sus condiciones de vida incluso cuando la sociedad se encuentra en prosperidad:

Mientras que la división del trabajo eleva la productividad del trabajador, la riqueza y el refinamiento de la sociedad, empobrece a los trabajadores, haciéndolo descender al nivel de máquinas. Mientras que la división del trabajo provoca la acumulación de los capitales, y con ello, una prosperidad creciente de la sociedad, coloca cada vez más al trabajador bajo la dependencia del capitalista, le impone una competencia cada vez mayor y lo empuja al vértigo de la superproducción, tras la que viene la depresión consiguiente (Marx, 1982:564).

La vida del obrero se acorta en tanto debe sacrificar su tiempo y renunciar a su libertad para obtener mayor salario, del cual depende su existencia física: “esta clase tiene que sacrificar continuamente una parte de sí misma para no perecer por completo” (Marx, 1982:561). 

Marx problematiza la degradación física y espiritual que se genera en las personas en el sistema capitalista. En su caso, la crisis espiritual pareciera estar contemplada en función del sistema de producción; desde el racionalismo para resistir al despotismo de la Iglesia, y desde el materialismo para criticar al idealismo alemán.

7.

Podríamos decir que la tan acertada observación de Perón respecto al racionalismo occidental nos permite analizar el presente brindando herramientas para nombrar lo que es ¿tabú? ¿negado? ¿ignorado?

El racionalismo propio de la Ilustración francesa y el eurocentrismo que despoja al pensamiento de la búsqueda propuesta por Perón, se encuentra presente particularmente en el ámbito académico. Es responsabilidad urgente de la comunidad académico-científica realizar un meta-análisis al respecto, un extenso debate pendiente, sin la debida atención. El conocimiento debe ser riguroso, pero también innovador, creativo, y no en función de lo técnico si no de la justicia social y la soberanía política. Esto no sólo sucede en el ámbito de las Ciencias Sociales, si no en las Ciencias Naturales también, en tanto hay un movimiento de médicos, físicos y químicos que cuestionan el contemporáneo sistema científico y sus postulados positivistas materialistas.

8.

La construcción de conocimiento científico y la validación del saber profesional y de oficio son herramientas, necesarias y valiosas. Sin embargo, como Foucault expresa, existe lo que se puede considerar como “retornos del saber”, una insurrección de saberes sometidos: “saberes que estaban descalificados como saberes no conceptuales, como saberes insuficientemente elaborados: saberes ingenuos, saberes jerárquicamente inferiores, saberes por debajo del nivel de conocimiento de la cientificidad exigidos (Foucault, 2000)”. Estos saberes incluyen los de la gente y se anclan en lo local, lo regional. Remite a la memoria, y la utilización del saber histórico de luchas en tácticas actuales. Es una oposición entre: “saberes locales, discontinuos, descalificados, no legitimados, contra la instancia teórica unitaria que pretende filtrarlos, jerarquizarlos, ordenarlos en nombre de un conocimiento verdadero, en nombre de los derechos de una ciencia que algunos poseerían (Foucault, 2000)”. Según el autor, estos saberes descalificados que reaparecen, dan lugar a la crítica, a partir de la insurrección de saberes, no necesariamente contra contenidos, métodos o conceptos de una ciencia, si no frente a los efectos del poder centralizador ligados a la institución y funcionamiento de un discurso científico organizado. Sin embargo, es válido disentir parcialmente con este supuesto, ya que no hay un desaparecimiento y reaparecimiento de saberes, los mismos han estado siempre presentes en un grado mayor o menor de opresión, invisibilización, estigmatización. Es en estos momentos de crisis del saber occidental racionalista que estos saberes locales adquieren mayor fuerza frente a un status quo hegemónico, y proveen de una alternativa soberana a los movimientos sociales y los pueblos.

9.

Kusch, antropólogo argentino, postuló la existencia de una parte negada del ser americano por la técnica, y construye una oposición simbólica entre pulcritud y hedor en América para explicarlo:

sobre el hedor de América y sobre la afanosa pulcritud, se halla implícito el afán de encubrir una ira que nadie quiere ver. Está en juego un planteo primario que el hombre siempre ha necesitado pero que el caparazón de progresismo de nuestros ciudadanos e intelectuales progresismo alimentado casi exclusivamente de la Europa burguesa del siglo XIX- trata de mantener a raya (Kusch, 1999).

El proceso histórico de desplazamiento de los sacerdotes por los técnicos, propio de la ciencia en la Modernidad occidental genera, según el autor, una seguridad material que es superficial, que no logra incluir la intimidad y la plegaria. La fábrica reemplaza a la iglesia y la técnica se impone sin una moral que le acompañe: “la bomba atómica ya puso en evidencia la base inmoral en que se sustenta la técnica (Kusch, 1999)”. Este proceso, acompañado de la pérdida del hombre como ente biológico, el hombre está solo, sin dios y sin mundo, detrás de la ciudad amurallada y los objetos, perdiendo el sentido de una vida simple sin mercancías. La técnica se desarrolla sin un para qué. Mientras tanto, se aplica frente a lo previsible, “un universo blando, ya conquistado, que no coincide totalmente con el cosmos (Kusch, 1976)”. En este sentido, la esterilidad académica se vincula con el miedo de los sectores medios a asomarse a la calle (Kusch, 1976), lo incierto, aquello que la técnica no puede controlar, la ciencia no puede explicar.

10.

Los saberes sometidos y el hedor nuestroamericano efectivamente resisten a lo que intenta imponer a la razón como absoluta y superior. Reconocer esto implica una apertura a planos que han sido históricamente relegados, y vale insistir, por un sistema colonial que impone al iluminismo francés, la mayoría de edad capitalista, burguesa y patriarcal. Una búsqueda común de los autores mencionados es la de la referencia a la vida cotidiana. Un reposicionamiento de la razón, en el marco de lo inesperado, incierto, emocional y orgánico de la vida, la sociedad, la existencia. 

El mundo vivo, -esa ambigua realidad que experimentamos entre penas y gozos, entre el duelo y el amor, es a la vez el suelo en el que nuestras creencias arraigan, y el rico humus al que acaban por retornar sus resultados, ya sea en forma de nutrientes o como venenos. Nuestra experiencia espontánea del mundo, cargada con su propio contenido subjetivo, emocional e intuitivo, sigue pues siendo el territorio oscuro y vital de toda nuestra objetividad.

Aún así, este territorio, es ampliamente ignorado o no reconocido por la cultura científica. En una sociedad que confiere prioritariamente importancia a lo predecible y premia la certidumbre, nuestra experiencia espontánea y preconceptual, si es que consigue ser percibida, no merece otra consideración que la de meramente “subjetiva”. El reino fluido de la experiencia directa ha pasado a ser visto como una dimensión secundaria y derivada, como una mera consecuencia de los sucesos que ocurren en el mundo “real” de los “hechos” científicos cuantificables. Se trata de una curiosa inversión del estado real y demostrable de las cosas. Los cuantos subatómicos merecen, hoy en día, la consideración de ser más primordiales y “reales” que el mundo que experimentamos cada día con nuestros sentidos. Se considera que el organismo vivo, sintiente y pensante deriva, de algún modo, de ese cuerpo mecánico cuyos relfejos y sistemas han sido medidos y cartografiados. La persona viva se convierte así en un epifenómeno del cuerpo anatomizado. El hecho de que sean precisos seres vivos y sintientes, completos con todas sus enigmáticas emociones y sus pasiones impredecibles, para llegar a concebir estos campos subatómicos, o para diseccionar y cartografiar este cuerpo humano, es fácilmente obviado o despreciado como insustancial (Abram, 1996).

En la teorización de la ruptura en la relación humanidad-naturaleza no humana, que remite a una desconexión de lo natural y el cuidado de la biodiversidad que nos contiene, el antropólogo Abram (1996) analiza cambios estructurales y los vincula al surgimiento de un alfabeto de símbolos abstractos. Al no tener ninguna referencia al mundo viviente, perdiendo toda significación terrenal y extraliteraria, en contraposición a la tradición literaria oral, y/o a alfabetos ideográficos y pictográficos, se pierde el ánima del aire en el relato.

Es tentador pensar que esto mismo puede haber sucedido con la financiarización de las economías y capitales del mundo, desvinculándose de manera perjudicial para la humanidad, de la verdadera estructura de producción e intercambio, por sobre todas las cosas, de abastecimiento, como función social de la economía, que por supuesto no es sustentable sin ciertos acuerdos políticos y sociales.

11.

Los ritmos orgánicos, nuestra propia identidad cultural y subjetividad; y ahora incluso el sistema de producción y abastecimiento, se ven posicionados como otros frente a lógicas destructivas del capitalismo moderno que han logrado imponerse a la fuerza. Desde el punto de vista de Dussel (2022), considerar a la razón en términos de la Modernidad implica una noción de madurez de la humanidad adquirida por medio de la razón, por un lado y una praxis irracional de violencia por parte de la sociedad moderna “superior”, por el otro. Sólo mediante la liberación de la alteridad negada se podrá llevar adelante un proyecto de liberación. Los Otros, en-cubiertos por el descubrimiento de América, los “rostros”, sujetos históricos, oprimidos que han sido excluidos de la comunicación hegemónica. 

La necesidad de reconocer las prácticas coloniales que perpetúan la opresión de todo aquello que no está basado en la ciencia y la razón en los países de América Latina, incluye a la Nación Argentina. Es en este sentido que interesa deconstruir, responsable y cuidadosamente, las maneras en que se impone el saber racional como último y absoluto, excluyente y estigmatizante de saberes populares que construyen una realidad más amable, particularmente relevante teniendo en consideración el contexto de crisis previamente abordado. 

12.

Para cerrar, retomaré la reflexión de Perón. Como un auxilio en tiempos de crisis espiritual, psicológica, económica, política: el sentido último de la ética que buscamos debe ser la corrección del egoísmo, definido como la ausencia de valores y la sobreestimación de los intereses propios. La compasión por la situación que atraviesa una persona que desea ejercer su derecho de autonomía sobre su propio cuerpo, más allá de las suposiciones y dogmas propios. La solidaridad con nuestro pueblo en la lucha por un proyecto nacional inclusivo que no sea indiferente a las personas que quedan excluidas del sistema. El egoísmo, dice Perón, es como el frío, la ausencia de algo, y se batalla fortaleciendo la visión ética de que la comunidad organizada es el sentido último de la vida humana (Perón, 1949).

 

 

 

Referencias

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